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Orientación al Mercado: Reactiva vs. Proactiva y su Impacto en la Competitividad Empresarial

Una mirada al análisis de Osorio Tinoco y su modelo estratégico

MARKETINGGESTIÓNPRODUCTIVIDAD

S. Pastén Fuenzalida

3/3/202518 min leer

🚀 ¿Las empresas deben adaptarse al mercado como un camaleón 🦎 o adelantarse como un vidente 🔮?

🎯 ¿Qué impacto tiene la orientación al mercado en la ventaja competitiva? ¿Es cuestión de reflejos ⚡ o de visión estratégica 🧐?

⚖️ ¿Se puede encontrar el equilibrio perfecto entre reaccionar rápido 🏃‍♂️ y anticiparse al futuro 🚀?

Cuando una empresa diseña su estrategia comercial, ¿debe centrarse en responder a las necesidades actuales de sus clientes o anticiparse a sus demandas futuras? ¿Es mejor reaccionar de manera ágil a los cambios del mercado o innovar constantemente para marcar la pauta?

El análisis de la orientación al mercado se ha dividido tradicionalmente en dos enfoques: reactivo y proactivo. Mientras que el primero permite a las empresas adaptarse eficazmente a las condiciones existentes, el segundo busca adelantarse a tendencias emergentes, explorando nuevas oportunidades antes de que la demanda se exprese explícitamente.

En este artículo, exploraremos el Capítulo 3: "Una perspectiva de la orientación al mercado reactiva y proactiva" del libro Orientación al mercado y la ventaja competitiva: Perspectiva de análisis, escrito por Fabián Osorio Tinoco, Miguel Hernández Espallardo y Augusto Rodríguez Orejuela (2020). En este capítulo, los autores desarrollan un modelo de análisis que integra estos dos enfoques con factores internos y externos como la cultura organizacional y el aprendizaje empresarial.

¿Cuál es el impacto de estas estrategias en la ventaja competitiva? ¿Cómo pueden las empresas lograr un equilibrio entre ambas para sostenerse en mercados dinámicos?

Acompáñame en esta reflexión sobre la relación entre la orientación al mercado y la competitividad empresarial, y descubre cómo estas estrategias pueden marcar la diferencia en el éxito organizacional.

Una perspectiva de la orientación al mercado reactiva y proactiva.

Este capítulo presenta un modelo de análisis diseñado para identificar los recursos clave que impulsan la generación de ventaja competitiva en las empresas. Si bien la orientación al mercado entendida como la capacidad de una organización para identificar y responder de manera eficiente a las necesidades y expectativas de los clientes, es un elemento fundamental para la creación de valor y el fortalecimiento del desempeño organizacional, por sí sola no garantiza el éxito. Para que su implementación sea realmente efectiva al interior de las organizaciones, es imprescindible considerar tanto los factores internos organizacionales como externos que influyen en su aplicación y determinan su impacto.

Asimismo, se subraya la importancia de conocer los mecanismos estratégicos que fortalecen la relación entre la orientación al mercado y la ventaja competitiva, así como los recursos organizacionales esenciales que facilitan esta interacción. El modelo propuesto busca analizar cómo estos factores se combinan para potenciar los resultados empresariales y garantizar una posición competitiva sostenible en el mercado.

Relación entre la orientación al mercado reactiva y proactiva con la ventaja competitiva

La orientación al mercado desempeña un papel importante en las organizaciones en la generación de ventaja competitiva, ya que permite a las empresas crear valor y diferenciarse en el mercado (Slater, 1996; Hult & Ketchen, 2001). Desde la perspectiva basada en recursos, se la considera como un activo estratégico que contribuye al fortalecimiento del desempeño empresarial (Narver, Slater & MacLachlan, 2004; Slater & Narver, 1995).

Para explicar esto, es importante señalar que existen dos enfoques teóricos predominantes sobre la ventaja competitiva. Por un lado, los autores Hofer y Schendel (1980) la relacionan con los recursos internos de la empresa, destacando su importancia en la generación de capacidades diferenciadoras. Por otra parte, autores como Porter (1985) y Day (1994) la conciben como el resultado de una estrategia empresarial bien estructurada. En este sentido, la orientación al mercado refuerza la competitividad empresarial al proporcionar un conocimiento más profundo del cliente y sus necesidades, lo que permite a las empresas anticiparse a las demandas del entorno (Kumar, Jones, Venkatesan & Leone, 2011; Kohli & Jaworski, 1990).

Tradicionalmente, su impacto en el desempeño organizacional ha sido analizado desde un enfoque lineal (Lamore, Berkowitz & Farrington, 2013; Li, Zhao, Tan & Liu, 2008). No obstante, estudios recientes sugieren que esta relación podría ser curvilínea y depender de factores contextuales específicos (Atuahene-Gima, Slater & Olson, 2005; Tsai, Chou & Kuo, 2008). Desde la perspectiva de los recursos estratégicos, tanto la orientación al mercado reactiva como la proactiva pueden constituir fuentes sostenibles de ventaja competitiva, siempre que sean gestionadas de manera eficiente (Barney, 1991; Newbert, 2008).

Orientación al mercado reactiva

La orientación al mercado reactiva se basa en la identificación y satisfacción de las necesidades actuales del mercado, en la que se ajustan la oferta de productos y servicios en función de las demandas explícitas de los consumidores y los cambios en el entorno. Este enfoque ha sido muy desarrollado en la literatura de marketing, con contribuciones como Kohli y Jaworski (1990) y Narver y Slater (1990), quienes destacan su relevancia en la capacidad de respuesta de las empresas. No obstante, estos autores también advierten que depender exclusivamente de esta estrategia puede limitar la capacidad de innovación y la adaptabilidad a largo plazo, ya que se enfoca en necesidades ya manifestadas, dejando de lado la exploración de nuevas oportunidades.

Orientación al mercado proactiva

La orientación al mercado proactiva busca anticiparse a las necesidades futuras del consumidor y detectar oportunidades en el mercado aún no expresadas por los clientes. Las empresas que adoptan este enfoque desarrollan innovaciones con el objetivo de generar nuevas tendencias y poder diferenciarse de la competencia. En este sentido, la literatura ha abordado este concepto en estudios como los de Atuahene-Gima et al. (2005), Narver et al. (2004) y Herhausen (2016), quienes argumentan que esta estrategia permite a las empresas posicionarse estratégicamente en mercados emergentes y mantener una ventaja competitiva sostenible. Sin embargo, este enfoque también implica un mayor nivel de incertidumbre y riesgo, dado que las inversiones en nuevos desarrollos pueden no traducirse de manera inmediata en éxito comercial, lo que exige a las empresas una gestión estratégica cuidadosa para mitigar posibles pérdidas.

El papel del aprendizaje interno sobre la relación de la orientación al mercado reactiva y proactiva con la ventaja competitiva

En este apartado, los autores (Osorio Tinoco et al., 2020) analizan el aprendizaje interno como un factor clave en la relación entre la orientación al mercado y la ventaja competitiva. Según los autores, este aprendizaje no solo facilita una mejor asimilación de la información del entorno, sino que también fortalece la capacidad de la empresa para implementar estrategias de mercado de manera eficaz.

La literatura previa también señala que el aprendizaje interno actúa como un moderador en la relación entre la orientación al mercado y la competitividad empresarial. En esta línea, Sinkula, Baker y Noordewier (1997) argumentan que las empresas con un alto nivel de aprendizaje organizacional logran un mejor aprovechamiento de la información del mercado, lo que les permite tanto responder con mayor precisión a las necesidades actuales (orientación reactiva) como anticiparse a tendencias futuras (orientación proactiva).

Efecto moderador del aprendizaje interno sobre la relación de la orientación al mercado reactiva con la ventaja competitiva

El aprendizaje interno fortalece la orientación reactiva al mejorar la capacidad de la empresa para procesar, interpretar y aplicar la información del mercado en la toma de decisiones estratégicas. Los autores (Osorio Tinoco et al., 2020) destacan que las empresas con una estructura de aprendizaje consolidada tienen una mayor capacidad de adaptación ante los cambios del entorno, lo que les permite responder con mayor agilidad a las demandas del mercado. Por su parte, Cohen y Levinthal (1990) introducen el concepto de “capacidad de absorción, señalando que es la habilidad de una empresa para asimilar y aprovechar conocimiento externo, dependiendo directamente de su base de conocimiento interno. En este sentido, aquellas organizaciones con sólidas capacidades de I+D pueden integrar de manera más eficiente la información del mercado, mejorando sus estrategias competitivas y fortaleciendo su capacidad de respuesta ante cambios en el entorno.

Finalmente, los autores enfatizan que la efectividad del aprendizaje interno en la orientación reactiva no se limita únicamente a la recopilación de datos, sino que depende de la existencia de mecanismos internos que permitan interpretar y aplicar estratégicamente la información, asegurando así una ventaja competitiva sostenible.

Efecto moderador del aprendizaje interno sobre la relación de la orientación al mercado proactiva con la ventaja competitiva

En el caso de la orientación al mercado proactiva, el aprendizaje interno adquiere un papel aún más importante, ya que permite a las empresas anticipar oportunidades y generar innovaciones. Los autores (Osorio Tinoco et al., 2020) sostienen que las organizaciones con una cultura de aprendizaje sólida tienen una capacidad mayor de identificar nuevas oportunidades en el entorno antes que sus competidores y desarrollar soluciones innovadoras de manera más eficiente.

Desde una perspectiva teórica, este argumento ha sido respaldado por Atuahene-Gima et al. (2005), quienes afirman que el aprendizaje organizacional impulsa la exploración de nuevas ideas fomentando la experimentación. En este sentido, las empresas con una fuerte orientación al aprendizaje tienen mayores probabilidades de desarrollar estrategias innovadoras que refuercen su ventaja competitiva.

Estudios de Lamore, Berkowitz y Farrington (2013) y Tzokas, Kim, Akbar y Al-Dajani (2015) han encontrado que el aprendizaje interno, especialmente cuando está relacionado a actividades de I+D, potencia la relación entre la orientación proactiva y la ventaja competitiva. Permitiendo a las empresas desarrollar innovaciones tecnológicas con mayor éxito, al integrar de manera más efectiva el conocimiento adquirido en su proceso de toma de decisiones estratégicas.

No obstante, los autores advierten que el aprendizaje interno, por sí solo, no garantiza el éxito de una estrategia proactiva. Para que este conocimiento sea realmente útil, la empresa debe contar con procesos internos eficientes que faciliten la conversión de la información en acciones estratégicas concretas. En este sentido, la gestión del conocimiento se convierte en un factor clave para que la orientación proactiva se traduzca en una ventaja competitiva sostenible.

Efecto moderador del dinamismo del entorno sobre la relación de la orientación al mercado reactiva y proactiva con la ventaja competitiva

En esta sección, los autores analizan cómo el dinamismo del entorno influye en la relación entre la orientación al mercado y la ventaja competitiva. Este dinamismo se define por la velocidad y frecuencia de los cambios en el mercado, los cuales afectan la capacidad de las empresas para implementar estrategias de orientación al mercado de manera efectiva.

La literatura previa destaca que el entorno empresarial no es estático, sino que varía en función de factores externos como la competencia, los avances tecnológicos y las cambiantes preferencias de los consumidores. En este sentido, Jaworski y Kohli (1993) argumentan que, en entornos altamente dinámicos, las empresas deben desarrollar mayores capacidades de adaptación para mantener su competitividad. La rapidez con la que una organización pueda interpretar y responder a estos cambios determinará, en gran medida, su éxito en la implementación de estrategias de orientación al mercado.

Efecto moderador del dinamismo del entorno sobre la relación de la orientación al mercado reactiva con la ventaja competitiva

En mercados estables (caracterizados por baja incertidumbre y cambios graduales), la orientación al mercado reactiva puede ser suficiente para mantener la competitividad. Los autores (Osorio Tinoco et al., 2020) explican que, en estos contextos, las empresas pueden operar de manera eficiente al responder a las necesidades actuales del cliente, sin la necesidad de anticiparse a cambios futuros.

Sin embargo, en entornos altamente dinámicos, donde los cambios son rápidos e impredecibles, una estrategia basada exclusivamente en la orientación reactiva puede resultar insuficiente. Slater y Narver (1995) advierten que las empresas que dependen únicamente de este enfoque en mercados turbulentos corren el riesgo de quedarse rezagadas, ya que sus competidores pueden anticipar y capitalizar los cambios antes que ellas, obteniendo así una ventaja estratégica.

Voola y O'Cass (2010) y Zhang y Duan (2010) han demostrado que, en condiciones de baja turbulencia, la orientación reactiva sigue siendo efectiva. Sin embargo, en mercados volátiles, las empresas deben complementarla con una orientación proactiva, ya que la ventaja competitiva no solo depende de la capacidad de respuesta, sino también de la agilidad organizacional y la rapidez en la toma de decisiones, factores clave para garantizar la adaptación y sostenibilidad en entornos dinámicos.

Efecto moderador del dinamismo del entorno sobre la relación de la orientación al mercado proactiva con la ventaja competitiva

En mercados dinámicos, la orientación al mercado proactiva resulta más efectiva, ya que permite a las empresas anticiparse a los cambios y liderar el desarrollo de innovaciones. Los autores explican que, en entornos altamente volátiles, las empresas con una estrategia proactiva pueden desarrollar soluciones innovadoras que marquen una diferencia competitiva significativa.

Investigaciones como las realizadas por Atuahene-Gima et al. (2005) concluyen que las empresas con una orientación proactiva en mercados dinámicos tienen mayores probabilidades de generar ventajas competitivas sostenibles el tiempo, al identificar oportunidades antes que sus competidores. De manera similar, Sorensen y Stua (2000) sostienen que, en mercados en constante cambio, las empresas que no logran innovar ven erosionada rápidamente su capacidad competitiva. Por otro lado, Zhao, Li, Lee y Chen (2011) argumentan que una orientación proactiva facilita la adquisición y asimilación del conocimiento externo, permitiendo el desarrollo de innovaciones disruptivas que refuercen la ventaja competitiva.

Sin embargo, los autores advierten que una estrategia excesivamente proactiva en entornos de baja incertidumbre puede generar riesgos innecesarios. En estos casos, un equilibrio entre reactividad y proactividad resulta la opción más efectiva para optimizar los recursos y minimizar la exposición a incertidumbre innecesaria.

Interacción de la orientación al mercado reactiva y proactiva

En esta sección los autores (Osorio Tinoco et al., 2020) destacan que la literatura en marketing destaca la importancia de que las empresas satisfagan las necesidades actuales de sus clientes pero sin descuidar la anticipación de tendencias futuras (Blocker, Flint, Myers & Slater, 2011; Ketchen, Hult & Slater, 2007; Narver et al., 2004). Para esto, deben combinar la orientación al mercado reactiva, centrada en la demanda existente, con la orientación proactiva, enfocada en la identificación de necesidades latentes (Slater & Narver, 1998).

Si bien ambas estrategias se consideran complementarias (Atuahene-Gima et al., 2005), su implementación simultánea requiere una inversión significativa de recursos (Ketchen et al., 2007). Una orientación reactiva sólida permite a la empresa mejorar su capacidad de adaptación y conexión con el mercado (Reed & DeFillippi, 1990), mientras que una orientación proactiva facilita la identificación de nuevas oportunidades a través de la observación y la experimentación (Jaworski et al., 2000; Slater & Narver, 1998).

Cabe destacar que la literatura no ha alcanzado un consenso sobre el impacto de la combinación de ambas estrategias. Por ejemplo, Atuahene-Gima et al. (2005) identifican un efecto negativo en la innovación, mientras que estudios más recientes (Tan & Liu, 2014; Herhausen, 2016) encuentran un impacto positivo. Se ha demostrado que la orientación reactiva impulsa innovaciones incrementales, mientras que la proactiva fomenta innovaciones radicales (Li, Zhao, Tan & Liu, 2008; Yannopoulos, Auh & Menguc, 2012).

En este sentido, la ventaja competitiva depende de una combinación equilibrada de ambas estrategias (Lin, McDonough, Lin & Lin, 2013), permitiendo a la empresa optimizar su capacidad de innovación mediante la integración de exploración y explotación (Voss & Voss, 2013). De acuerdo con March (1991), un exceso de explotaciónlimita la generación de nuevas ideas, mientras que una exploración desmedida incrementa costos y riesgos. Por ello, alcanzar un balance entre reactividad y proactividad resulta esencial para la sostenibilidad competitiva.

Antecedentes de la orientación al mercado reactiva y proactiva

En esta última sección del capítulo, se analizan los factores que inciden en la adopción de una orientación al mercado reactiva o proactiva, destacando que estos antecedentes provienen de la cultura organizacional, las capacidades de innovación y los mecanismos de aprendizaje dentro de la empresa.

Kohli y Jaworski (1990) establecen que la orientación al mercado depende de factores organizacionales clave, como el compromiso de la alta dirección, la interacción interdepartamental y los sistemas organizacionales que facilitan la toma de decisiones estratégicas. Por su parte, Narver et al. (2004) argumentan que la orientación proactiva no solo responde a una cultura organizacional innovadora, sino que también requiere una apertura hacia la experimentación y la búsqueda de nuevas oportunidades en el mercado.

Orientación a la innovación

Se resalta que la orientación a la innovación influye directamente en la elección entre una estrategia reactiva o proactiva. Según Hurley y Hult (1998), la orientación a la innovación es un rasgo cultural que impulsa la exploración de nuevas ideas, mientras que la capacidad de innovación es el resultado tangible de esta cultura.

Estudios como los de Deshpandé y Webster (1989) y Day (2011) establecen una diferenciación entre la orientación al mercado y la orientación a la innovación. Mientras la primera se enfoca en el conocimiento externo del cliente, la segunda se relaciona con la transformación interna de la empresa y su capacidad de generar nuevos productos, servicios y procesos.

Narver et al. (2004) refuerzan la idea de que la orientación al mercado proactiva no es sinónimo de innovación en si, sino que implica guiar a los consumidores hacia nuevas soluciones. Para lograrlo, es fundamental combinar ambas estrategias, asegurando una adecuada alineación entre la exploración de oportunidades y la respuesta a las necesidades del mercado.

Orientación al aprendizaje relacional

Otro factor relevante es la orientación al aprendizaje relacional, basada en la adquisición de conocimiento a partir de la interacción con otras empresas, clientes y proveedores. Hult, Thomas, Hurley y Knight (2004) y Liu, Luo y Shi (2002) sostienen que las organizaciones que establecen redes de conocimiento tienen una mayor capacidad para adaptarse y anticipar cambios en el mercado, lo que les permite desarrollar estrategias más efectivas.

Asimismo, Weerawardena y O'Cass (2004) argumentan que el aprendizaje relacional mejora la comprensión del entorno competitivo, permitiendo a las empresas implementar tanto estrategias reactivas como proactivas con mayor eficacia..

Efecto de la orientación al aprendizaje relacional sobre la orientación al mercado reactiva y proactiva

Este apartado plantea que la orientación al aprendizaje relacional impacta de manera diferenciada en la adopción de estrategias reactivas o proactivas:

  1. En la orientación reactiva, el aprendizaje relacional mejora la capacidad de recolección y análisis de información del mercado actual, facilitando la adaptación a los cambios en la demanda.

  2. En la orientación proactiva, este tipo de aprendizaje permite identificar tendencias emergentes y desarrollar innovaciones basadas en el conocimiento adquirido a través de redes de colaboración.

Investigaciones previas como las de Baker y Sinkula (2002) y Hernández-Espallardo y Arcas-Lario (2003) han demostrado que las empresas que aprovechan eficazmente el aprendizaje relacional logran una mayor ventaja competitiva, ya que pueden integrar información clave del entorno y traducirla en estrategias de mercado más efectivas.

El papel moderador del dinamismo del entorno y de la orientación al aprendizaje interno

El capítulo concluye destacando que tanto el dinamismo del entorno como la orientación al aprendizaje interno influyen en la efectividad de la orientación al mercado reactiva y proactiva:

  • Dinamismo del entorno: En mercados altamente volátiles, la orientación proactiva se vuelve más relevante, ya que permite anticipar cambios y aprovechar oportunidades emergentes. En contraste, en entornos más estables, una orientación reactiva puede ser suficiente para mantener la competitividad.

  • Orientación al aprendizaje interno: Un alto nivel de aprendizaje organizacional fortalece la capacidad de la empresa para procesar información de mercado y tomar decisiones estratégicas informadas, lo que facilita tanto la adaptación a cambios inmediatos como la exploración de nuevas oportunidades.

Sorensen y Stuart (2000) y Zhao et al. (2011) han encontrado que, en mercados dinámicos, las empresas con una orientación proactiva tienden a sostener su ventaja competitiva a largo plazo, mientras que aquellas que dependen exclusivamente de la orientación reactiva corren el riesgo de volverse obsoletas ante cambios disruptivos del entorno.

Conclusión: Equilibrio Estratégico para la Competitividad Empresarial

El Capítulo 3: "Una perspectiva de la orientación al mercado reactiva y proactiva" nos ofrece una visión analítica sobre cómo las empresas pueden estructurar su estrategia comercial para mantenerse competitivas. No se trata de elegir entre una orientación reactiva o proactiva, sino de encontrar el equilibrio adecuado según el contexto, los recursos y los objetivos estratégicos de la organización.

La orientación reactiva permite ajustarse a las condiciones actuales del mercado, mientras que la proactiva apuesta por la innovación y la anticipación de tendencias futuras. Sin embargo, para que ambas estrategias sean efectivas, deben estar respaldadas por un sólido aprendizaje organizacional, capacidades dinámicas y una gestión flexible que permita adaptarse a escenarios inciertos.

En un entorno donde los cambios son constantes, la clave no es solo responder con rapidez, sino desarrollar una visión estratégica que permita a la empresa evolucionar y diferenciarse. Integrar ambos enfoques puede marcar la diferencia entre una empresa que sobrevive y una que lidera su industria.

🔹 ¿Cómo aplica tu organización estas estrategias?
🔹 ¿Consideras que el equilibrio entre reactividad y proactividad es clave en tu sector?

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REFERENCIAS

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