La ventaja organizacional como proceso dinámico
De la eficiencia operativa a la reconfiguración estratégica: claves para sostener la competitividad en contextos de cambio.
ESTRATEGIAGESTIÓNADMINISTRACIÓN
S. Pastén Fuenzalida
9/7/202510 min leer


La ventaja organizacional como proceso dinámico
De la eficiencia operativa a la reconfiguración estratégica: claves para sostener la competitividad en contextos de cambio.
🤔 ¿Por qué la eficiencia operativa ya no basta para asegurar la competitividad sostenible?
🔄 ¿Cómo logran las organizaciones transformar sus capacidades en ventajas dinámicas?
👥 ¿Qué papel cumple el talento humano en la construcción de ventajas difíciles de imitar?
🌍 ¿Estamos preparados para sostener la competitividad en un entorno global inestable?
El estudio de las ventajas organizacionales ha tomado un papel central en los enfoques contemporáneos de la administración, ya que la eficiencia operativa por sí sola no asegura la competitividad sostenible. En un entorno caracterizado por la complejidad y cambio, resulta importante comprender cómo las organizaciones identifican, gestionan y evalúan capacidades que les permiten diferenciarse en el tiempo
Desde una mirada clásica, Porter (2011) sostiene que la estrategia se fundamenta en un posicionamiento único y defendible, mientras que Mintzberg y Waters (1985) destacan que muchas estrategias surgen como patrones emergentes de la práctica organizacional y del aprendizaje continuo. Este contraste muestra que la ventaja organizacional combina la planificación deliberada como la adaptación a entornos inciertos.
Desde la perspectiva del talento humano, Drucker (1999) identifica al trabajador del conocimiento como activo estratégico, cuya productividad depende de la autonomía, la innovación y el aprendizaje constante. De manera complementaria, investigaciones recientes destacan que la gestión de personas y del conocimiento son ejes para sostener ventajas en mercados inciertos (Martínez Aragón, Arellano González y Carballo Mendivil, 2020; Salazar Vázquez, Pesantez Molina, Quinteros Cortázar y Sánchez Salazar, 2023). Por su parte, Teece, Pisano y Shuen (1997) y Senge (2010) coinciden en que las ventajas son procesos dinámicos que exigen reconfiguración continua y visión compartida.
La presente investigación, de carácter documental, se propone analizar las ventajas organizacionales a partir de cuatro dimensiones: características, gestión, seguimiento y evaluación, integrando aportes clásicos y actuales y ofrecer una visión crítica de la competitividad en contextos de transformación.
Características de una ventaja organizacional
El concepto de ventaja organizacional se entiende como un elemento clave dentro de la teoría administrativa, ya que permite explicar cómo las organizaciones logran mantenerse en mercados dinámicos y competitivos. Desde una perspectiva clásica, Porter (2011) señala que la ventaja no depende únicamente de la eficiencia operativa, sino del establecimiento de un posicionamiento único, basado en un sistema de actividades difícilmente imitable, que genera un valor diferencial o un valor comparable a menor costo respecto a la competencia. De esta forma, la ventaja organizacional se caracteriza por ser sostenible, defendible y generadora de beneficios tangibles para la organización.
Sin embargo, la estrategia no puede entenderse solo como un plan deliberado. Mintzberg y Waters (1985) advierten que, en muchos casos la estrategia emerge de la práctica organizacional y de los procesos de aprendizaje, configuran un patrón de decisiones que muestra la adaptación de la organización a su entorno. En este sentido, las ventajas organizacionales también pueden tener un carácter emergente, resultado de la interacción entre acción, retroalimentación y ajuste constante.
Por otro lado, la literatura más actual resalta que estas ventajas no son estáticas, sino dinámicas y dependientes de recursos intangibles que la organización posea. Salazar Vázquez, Pesantez Molina, Quinteros Cortázar y Sánchez Salazar (2023) muestran que el talento humano es el recurso crítico que convierte al conocimiento en motor de innovación y cambio organizacional, siendo ésta una ventaja difícil de imitar. Martínez Aragón, Arellano González y Carballo Mendivil (2020) sostienen que la ventaja competitiva debe entenderse como la capacidad de adaptación constante frente a un entorno global inestable, destacando su vínculo con teorías administrativas como la de recursos y capacidades, el pensamiento sistémico y la gestión del conocimiento.
En síntesis, las características de una ventaja organizacional se definen por su singularidad, dificultad de imitación, sostenibilidad, adaptabilidad y carácter emergente, atributos que en conjunto le permiten a la organización diferenciarse en el mercado y asegurar su permanencia en el tiempo.
Referencias
Chiavenato, I. (2019). Introducción a la teoría general de la administración (10.ª ed.). McGraw-Hill Interamericana.
Drucker, P. F. (1999). Knowledge-worker productivity: The biggest challenge. California Management Review, 41(2), 79–94. https://doi.org/10.2307/41165987
Martínez Aragón, C. L., Arellano González, A. y Carballo Mendivil, B. (2020). La creación de la ventaja competitiva desde la perspectiva de las teorías administrativas. Revista de la Facultad de Ciencias Económicas, 24(1), 79–92. https://doi.org/10.30972/rfce.2414362
Mintzberg, H. y Waters, J. A. (1985). Of strategies, deliberate and emergent. Strategic Management Journal, 6(3), 257–272. https://api.semanticscholar.org/CorpusID:53856696
Pereira Filho, E., Moreno Añez, M. E., Gomes, D. C. y Ribeiro Dant, M. L. (2019). Factores que crean una ventaja competitiva: consonancias y diferencias entre gestores y estudiantes de instituciones educativas. Contaduría y Administración, 64(3), 1–20. https://doi.org/10.22201/fca.24488410e.2018.1581
Porter, M. E. (2011). ¿Qué es la estrategia? Harvard Business Review, 89(11), 100–117. https://www.ucipfg.com/Repositorio/MAES/MAES-03/Unidad1/ESTRATEGIA-MPORTER-2011.pdf
Porter, M. E. (2017). Ser competitivo (Ed. actualizada y aumentada). Deusto.
Salazar Vázquez, F. I., Pesantez Molina, W. G., Quinteros Cortázar, M. P. y Sánchez Salazar, P. M. (2023). El talento humano y la ventaja competitiva de las organizaciones. Revista Enfoques, 7(26), 170–181. https://doi.org/10.33996/revistaenfoques.v7i26.163
Senge, P. (2010). La quinta disciplina: El arte y la práctica de la organización abierta al aprendizaje (2.ª ed., 10.ª reimp.). Granica.
Teece, D. J., Pisano, G. y Shuen, A. (1997). Dynamic capabilities and strategic management. Strategic Management Journal, 18(7), 509–533. https://doi.org/10.1002/(SICI)1097-0266(199708)18:7<509::AID-SMJ882>3.0.CO;2-Z




Gestión de las ventajas organizacionales
La gestión de las ventajas organizacionales implica la capacidad de administrar estratégicamente los recursos y competencias que permiten sostener la diferenciación en el mercado. Desde la perspectiva de las capacidades dinámicas, Teece, Pisano y Shuen (1997) plantean que las organizaciones deben ser capaces de integrar, construir y reconfigurar sus recursos internos y externos frente a cambios del entorno. Esta visión sitúa la gestión no como un proceso estático, sino como un mecanismo adaptativo que asegura la continuidad de las ventajas.
Senge (2010), en su propuesta sobre la organización que aprende, resalta que la gestión de ventajas depende de la habilidad para generar conocimiento colectivo. Sus cinco disciplinas (pensamiento sistémico, dominio personal, modelos mentales, visión compartida y aprendizaje en equipo) constituyen un marco que permite a las organizaciones responder a la complejidad y sostener sus fortalezas competitivas en el tiempo. Drucker (1999), por su parte, advierte que el gran desafío de la gestión en el siglo XXI es la productividad del trabajador del conocimiento, considerándolo como el activo más valioso de las organizaciones modernas. A diferencia del trabajo manual, su aporte depende de la autonomía, la innovación continua, el aprendizaje y enseñanza permanentes, así como en su calidad más que de su cantidad, destacando que los trabajadores del conocimiento deben considerarse como un capital estratégico, no como un costo, lo cual refuerza la centralidad del talento humano en la generación y sostenimiento de ventajas competitivas.
Asimismo, Chiavenato (2019) subraya que la gestión de ventajas requiere un proceso administrativo integral que articule planeación, organización, dirección y control, de modo que los recursos se orienten hacia los objetivos estratégicos. En este sentido, la gestión efectiva de ventajas no solo depende de las competencias técnicas, sino también de la capacidad de coordinación y liderazgo en la organización.
En conclusión, la gestión de las ventajas organizacionales se caracteriza por ser un proceso estratégico, dinámico y orientado al aprendizaje, en el que la reconfiguración de recursos, la creación de conocimiento y la productividad del capital humano constituyen elementos centrales para sostener la competitividad.


Seguimiento de las ventajas organizacionales
El seguimiento de las ventajas organizacionales constituye un proceso clave para garantizar su permanencia en el tiempo, ya que permite evaluar si las capacidades y recursos estratégicos continúan generando valor en un entorno dinámico. A diferencia de la gestión, que se centra en la articulación y dirección de los recursos, el seguimiento implica una labor de monitoreo, retroalimentación y ajuste continuo.
Desde la administración clásica, Chiavenato (2019) plantea que el control constituye una de las funciones importantes del proceso administrativo, ya que permite verificar el cumplimiento de objetivos y detectar desviaciones respecto a los planes estratégicos. Este enfoque destaca la importancia de los mecanismos de supervisión y control para mantener la coherencia entre lo planificado y lo ejecutado.
En el caso de las empresas de servicios, Pereira Filho, Moreno Añez, Gomes y Ribeiro Dant (2019) destacan que el seguimiento de ventajas debe considerar no solo la percepción interna de los gestores, sino también la de los usuarios y clientes. Identificar coincidencias y discrepancias entre ambos resulta clave para que la propuesta de valor mantenga su pertinencia y efectividad.
Por su parte, Senge (2010) plantea que el seguimiento también debe concebirse como un proceso de aprendizaje organizacional. En este sentido, más que limitarse a verificar resultados, implica reflexionar sobre ellos y generar ajustes que permitan fortalecer las capacidades colectivas. En este sentido, el seguimiento de las ventajas no solo asegura la congruencia entre la estrategia y los resultados, sino que también habilita procesos de mejora continua y adaptación, condición indispensable para sostener la competitividad en entornos dinámicos.
Evaluación de las ventajas organizacionales
La evaluación de las ventajas organizacionales constituye es el proceso que permite valorar la efectividad y sostenibilidad de los recursos y capacidades estratégicas. A diferencia del seguimiento, que se centra en el monitoreo permanente, la evaluación implica un análisis más profundo y sistemático, destinado a determinar en qué medida las ventajas contribuyen a la generación de valor y a la competitividad sostenida.
Porter (2017), propone que la cadena de valor constituye una herramienta clave para la evaluación, ya que facilita identificar las actividades que generan valor y aquellas con potencial para transformarse en fuentes de diferenciación o eficiencia. Esta propuesta enfatiza la necesidad de descomponer las operaciones organizacionales para localizar los puntos donde se origina la ventaja competitiva.
Martínez Aragón et al. (2020) añaden que la evaluación debe considerar indicadores de innovación, flexibilidad y capacidad de adaptación, ya que en escenarios globales inestables las ventajas no se sostienen solo con eficiencia, sino con la habilidad de transformarse. Este enfoque resalta la importancia de medir factores cualitativos y dinámicos más allá de los resultados financieros.
Por otro lado, Salazar Vázquez et al. (2023) destacan que la evaluación debe incluir al talento humano como elemento central. En su investigación, sostienen que medir competencias, motivación y capacidad de innovación de las personas es esencial para determinar la sostenibilidad de la ventaja competitiva.
La evaluación de las ventajas organizacionales se configura como un proceso integral que articula el análisis de la cadena de valor, los indicadores de innovación y la gestión del talento humano. Esta perspectiva permite valorar no solo la eficiencia de las operaciones, sino también la capacidad de la organización para sostener ventajas en escenarios de cambio e incertidumbre.
Con el fin de resumir los aportes teóricos revisados y presentar de manera comparativa cómo distintos autores han abordado la formación, gestión, seguimiento y evaluación de las ventajas organizacionales, se presenta a continuación la Tabla 1.
Conclusiones
La presente investigación documental permitió analizar la formación y desarrollo de las ventajas organizacionales desde distintos enfoques teóricos, tanto clásicos como contemporáneos. Los hallazgos muestran que estas ventajas no pueden concebirse como atributos estáticos, sino como procesos dinámicos que requieren ser identificados, gestionados, seguidos y evaluados de manera constante.
Respecto a sus características, se evidenció que la estrategia puede entenderse al mismo tiempo como un posicionamiento único y defendible (Porter, 2011) y como un patrón emergente derivado de la práctica organizacional (Mintzberg y Waters, 1985). Esta doble mirada revela que la ventaja organizacional surge de la combinación entre planificación deliberada y adaptación flexible a los cambios del entorno.
La gestión, por su parte, integra aportes de las capacidades dinámicas (Teece et al., 1997), de la organización que aprende (Senge, 2010), de la productividad del trabajador del conocimiento (Drucker, 1999) y del proceso administrativo clásico (Chiavenato, 2019). En conjunto, estas perspectivas destacan que el talento humano, la innovación continua y la coordinación efectiva de los recursos son pilares para sostener ventajas competitivas en el tiempo.
Finalmente el seguimiento se mostró como una función clave, al articular el control administrativo (Chiavenato, 2019), la retroalimentación proveniente de clientes y gestores (Pereira Filho et al., 2019) y el aprendizaje organizacional (Senge, 2010). Estos mecanismos permiten asegurar la pertinencia de las ventajas y su renovación constante. La evaluación, a su vez, requiere herramientas como la cadena de valor (Porter, 2017), junto con indicadores de innovación, flexibilidad (Martínez Aragón et al., 2020) y la valoración del talento humano (Salazar Vázquez et al., 2023), lo que posibilita comprender la sostenibilidad real de la ventaja competitiva.
En conclusión, la ventaja organizacional se configura como un proceso integral y evolutivo en el que confluyen la estrategia, el aprendizaje, la innovación y la gestión del talento humano. Este enfoque confirma que las organizaciones que logran sostenerse en escenarios de transformación permanente son aquellas capaces de articular de manera dinámica estos elementos, convirtiéndolos en un factor decisivo para su competitividad y permanencia en el tiempo.
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